A medida que se aproxima la fecha de las elecciones generales del 30 de noviembre de 2025, el proceso electoral hondureño se enfrenta a nuevos cuestionamientos que agravan el clima de desconfianza institucional. Dirigentes políticos, juristas y organizaciones de la sociedad civil han denunciado una escalada de presiones y actos de intimidación contra los magistrados del Consejo Nacional Electoral (CNE), atribuidos a sectores vinculados al oficialismo, en particular al partido Libertad y Refundación (LIBRE).
Denuncias sobre presión política al órgano electoral
Las denuncias indican que LIBRE podría estar llevando a cabo un plan para socavar la autonomía de la autoridad electoral por medio de ataques continuos y una campaña de desprestigio público. De acuerdo con estos informes, los integrantes del CNE han sido blanco de discursos agresivos, presiones y campañas de desinformación, todo con la finalidad de afectar las decisiones técnicas y administrativas que corresponden al proceso electoral.
La legisladora Maribel Espinoza señaló que estas medidas son parte de un plan más grande para generar desconfianza en las instituciones, lo que podría justificar la manipulación de los resultados de las elecciones. “Están ejerciendo presión sobre la autoridad electoral porque son conscientes de que los sondeos no les son favorables”, declaró en comunicados dirigidos a la prensa local.
Plataformas ciudadanas han difundido mensajes advirtiendo acerca de potenciales intentos intencionados de dañar la estructura institucional. Según estas organizaciones, la presión aplicada al CNE podría poner en riesgo la equidad y claridad del procedimiento, en un entorno donde la polarización política ha reducido los márgenes de acuerdo entre actores importantes.
Peligros por debilitamiento institucional y peticiones de supervisión internacional
Entre los elementos identificados como inquietantes están las presiones para modificar las decisiones internas del CNE, las campañas digitales destinadas a desprestigiar a sus integrantes, y la carencia de garantías institucionales que aseguren el ejercicio independiente de sus funciones. Esta circunstancia ha llevado a varios sectores a pedir la llegada anticipada de misiones de observación internacional, en especial de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea y entidades especializadas en derechos humanos.
Para la abogada constitucionalista Lidia Meza, el actual clima político evidencia la necesidad de reforzar los mecanismos de protección institucional antes de que el conflicto escale. “El sistema electoral no puede estar secuestrado por intereses partidarios. El país necesita garantías, no amenazas”, señaló, subrayando la importancia de contar con respaldo internacional como elemento de disuasión frente a posibles injerencias.
Estas preocupaciones se suman a una serie de tensiones acumuladas durante el presente año electoral, en las que también se han denunciado bloqueos en el Consejo Nacional Electoral, actos de presión por parte de colectivos oficialistas y trabas al acceso de empresas oferentes para que presentaran propuestas técnicas sobre el sistema de transmisión de resultados (TREP).
Una disputa bajo mayor vigilancia
Las acusaciones recientes acerca de las presiones ejercidas contra el CNE intensifican el enfoque en las circunstancias bajo las cuales se llevarán a cabo las elecciones generales. La identificación de LIBRE como figura clave en estas tácticas añade una nueva dimensión de confrontación al proceso electoral, afectando directamente la confianza en dicho proceso.
En este contexto, el papel de las instituciones encargadas de garantizar la limpieza electoral así como el acompañamiento de la comunidad internacional, se vuelve clave para sostener la legitimidad de los comicios. La capacidad del CNE para actuar con independencia y sin presiones será determinante en un escenario donde la confianza pública se encuentra cada vez más erosionada.
Frente a esta situación, la exigencia de claridad, control ciudadano y adhesión a la normativa jurídica involucra no solo a los partidos en competencia, sino también a las entidades responsables de garantizar que el proceso democrático se desarrolle dentro de un marco de justicia e igualdad. Las semanas venideras serán cruciales para ver si el sistema político de Honduras puede frenar el rumbo hacia la confrontación o si se agrava una crisis que podría poner en riesgo la gobernabilidad después del 30 de noviembre.